
Análisis de la participación en el ballotage argentino
En este post, invitamos a Facu Cruz, incansable estudioso del comportamiento electoral de los argentinos, a compartir parte del trabajo de análisis del equipo de Cenital en las recientes elecciones presidenciales en Argentina, sobre la enigmática –siempre- influencia de la participación en el resultado de la segunda vuelta (ballotage) que poco se pareció al resultado de la primera vuelta.
Parecería que el cambio en la participación electoral entre segundas vueltas fue clave en el resultado presidencial que entregó la victoria al candidato Milei, pero no es por ahí. Es cierto que en 2015 votó más gente que en las dos rondas de 2023, tanto en la primera (81,07%) como en la segunda vuelta (80,77%). Pero la variación provincial de la participación electoral no fue muy distinta si comparamos los dos pares de elecciones. Mirá.
Fuente: Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD).
El gráfico de barras muestra cuánto varió porcentualmente la participación electoral por provincia. Está ordenado de las de mayor peso electoral a las de menor. Si la barra va para la izquierda, entonces la concurrencia a los establecimientos de votación cayó. Si va para la derecha, subió. En términos generales, el promedio de variación de la participación electoral en 2023 fue de -1,13% y en 2015 fue de 0,88%. Muy marginal, imperceptible prácticamente. A eso se suma que la escala del gráfico va de -5% a 5%, lo que indica que, aunque veas barras muy largas y otras muy cortas, las diferencias son mínimas entre pares de elecciones.
Ahora prestá atención un rato a las dos escalas de grises. La más oscura es la variación de este año y la más clara la de los anteriores comicios. 10 distritos sobre 24 tuvieron el mismo comportamiento electoral: o bien subió la participación entre las dos elecciones, o bien bajó. Son pocos los casos que indican un comportamiento opuesto destacado al comparar el ciclo 2023 con el ciclo 2015. Es decir, que la barra oscura que va para un lado y la barra clara para el otro en proporciones similares. Resaltan solamente Entre Ríos, Misiones, Jujuy, San Luis, Chubut y Catamarca. En todas ellas, cayó en 2023 y subió en 2015.
Tal vez el único hito destacado de este cambio de comportamiento del electorado es la provincia de Buenos Aires. Mientras que en aquel primer ballotage subió un 0,55%, en este segundo bajó un 2,4%.
Pero la historia no se cuenta por ahí.
Los votantes disponibles
La historia de la victoria de La Libertad Avanza (LLA) se cuenta por la capacidad de pescar entre votantes disponibles. Además de los votantes huérfanos -los que no tienen representación política en una segunda vuelta porque sus candidatos y candidatas se quedaron afuera- voy a sumarle también los indecisos: aquellos que votaron en blanco o nulo en la elección de primera vuelta. Estos son importantes porque, aunque no se expresaron por ninguna de las opciones posibles, pueden querer hacerlo ahora dada la lógica puramente dicotómica que tiene un ballotage. Estos también son tentadores para las campañas porque salieron de sus casas un domingo para votar y algo hicieron con el sobre que les dio el presidente de mesa.
Todos, huérfanos e indecisos, votan de manera casi puramente estratégica. Están disponibles y valen oro.
Fuente: Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD). El ballotage 2023 toma en cuenta el escrutinio provisorio, mientras que el de 2015 lo hace sobre el definitivo.
La tabla anterior tiene dos cálculos. Primero, saqué la diferencia de votos positivos entre la segunda y la primera vuelta para cada candidato presidencial. En una segunda instancia, dividí ese valor por la sumatoria de todos los que no pasaron al ballotage (huérfanos), junto a los blancos y los nulos (indecisos). El valor de cada celda muestra, entonces, qué porcentaje de los votantes disponibles conquistó cada candidato presidencial de cada fuerza política. Está ordenada de mayor a menor siguiendo la columna de Milei.
Como podés apreciar, el líder supremo de LLA obtuvo entre la mitad y tres cuartas partes de todo lo que había quedado dando vueltas en la primera vuelta presidencial de octubre. Atrás de las mechas del león se fue no solo la totalidad del voto a Juntos por el Cambio, sino que también lo hicieron muchos indecisos.
Massa, en cambio, apenas rondó el tercio de los disponibles, con variaciones más bien menores entre distritos. De hecho, el promedio de pesca de Milei fue de 68% mientras que el del candidato peronista se ubicó en el 19%. Una distancia abismal.
Justo en esa diferencia es donde se explica que el ballotage 2015 haya sido mucho más peleado que el de 2023. En las últimas dos columnas podes ver el mismo cálculo para Macri y Scioli. El candidato de Cambiemos tuvo mayor variación provincial en el éxito para capturar a los disponibles, con provincias donde logró el 93% (Formosa, un distrito chico) y otras donde solo llegó al 35% (Catamarca, otro pequeño). El referente del Frente para la Victoria llegó al 49% como su máximo (Río Negro, uno mediano) y tuvo dos negativos por pérdida de votos (Formosa y Misiones). En términos generales, el primero logró un promedio de 57%, mientras que el segundo llegó al 30% (34% si saco los negativos). La distancia en el éxito de convencer a huérfanos e indecisos fue mucho menor entre los dos. Precisamente es este punto el que explica la diferencia en la distancia entre los competidores a las que remití anteriormente. Por este lado va que en este 2023 la derrota fue casi 12 puntos y en 2015 de solo 2,68%.
¿Hay un porqué para este resultado? Hay un montón. Yo me quedo con tres puntos que mencionó el propio Matías Tarillo en ese hilo que te linkeé, los cuales me ayudaron a encontrar algunos. Con una participación electoral que se mantuvo en niveles similares entre octubre y noviembre, el voto del domingo pasado fue estratégico y económico en la misma línea. Los índices hablan por sí solos: es difícil ganar en un contexto de crisis como el actual. A eso se suma que Milei cambió su retórica de anticasta por antiperonismo. Si consideramos también que la mayoría de indecisos se fue con él, entonces un escenario de tres tercios juntó a dos contra uno. El cambio en el orden de preferencias le jugó a su favor entre los votantes disponibles. Su retórica, sus características y sus promesas calaron mejor en esta base. Eso inclinó la balanza, de una manera mucho más marcada que hace 8 años. Los dos drivers, crisis económica y antiperonismo, movilizaron mucho más hacia el león que en el anterior ballotage hacia el calabrés.
Es matemática. No hay otra vuelta.
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