
La Digitalización mejora la atención de los servicios sociales
Los servicios sociales constituyen el cuarto pilar del Estado del Bienestar, junto con la sanidad, la educación y las pensiones. El envejecimiento progresivo de la población y la crisis social y económica que ha originado la pandemia hacen indispensable repensarlos de acuerdo al entorno actual y las tendencias de futuro.
Según el Instituto Nacional de Estadística (informe de 22 de septiembre de 2020), de mantenerse las tendencias actuales, el porcentaje de personas mayores de 65 años superaría el 31,4% en torno a 2050. Por su parte, la tasa de dependencia, que expresa la proporción de personas económicamente dependientes (menores de 15 años y mayores de 65) sobre la población activa (en edad laboral), también se elevaría hasta el 81% ese mismo año.
En el informe Modernización de los Servicios Sociales elaborado por Julio Espiña y Patricia Leal desde Minsait, una compañía de Indra, deja patente que las tecnologías innovadoras y disruptivas son la vía más efectiva para aumentar la proactividad, sostenibilidad y eficiencia de los servicios sociales y dar respuesta a la nueva realidad.
Es necesario un cambio de paradigma en la prestación y gestión de los servicios sociales que permita utilizar las tecnologías al servicio de la ciudadanía y la Administración para actuar de forma más preventiva y proactiva y con la menor burocracia posible y para lograrlo, apostamos por el desarrollo de soluciones que aumenten la coordinación de la intervención social entre profesionales de servicios sociales y entidades de acción social y que promuevan la autonomía y calidad de vida de las personas, convirtiéndolas en sujetos activos en la toma de decisiones que afectan a su vida.
Las utilizaciones de metodologías centradas en la experiencia de usuario implican directamente a profesionales y personas usuarias de los servicios sociales en el diseño de las aplicaciones, recogiendo su conocimiento y necesidades en maquetas navegables que se validan de forma previa a su programación para crear herramientas más accesibles y adaptada.
Es el caso de la Historia Social Única, que recoge en un único sistema una visión 360º de las personas usuarias y de su unidad familiar para ofrecer una atención multidisciplinar y coordinada entre todos los agentes que participan en la prestación de servicios sociales. Además, facilita el acceso de las personas usuarias a su información resumida y sienta las bases para la futura integración de la información social, sanitaria y de la procedente de otros sistemas sobre empleo, justicia o educación.
De forma paralela, el desarrollo de soluciones de interoperabilidad resulta imprescindible para garantizar la continuidad asistencial al permitir el intercambio de información entre los distintos niveles de la Administración y con otras entidades como ONGs, asociaciones y fundaciones.
Por otro lado, cada vez cobra más fuerza el uso de dispositivos móviles para simplificar la labor diaria de los profesionales, eliminar el papel y aumentar la eficiencia del modelo de trabajo en red.
La inteligencia artificial y la analítica avanzada conforman una de las grandes palancas para implementar políticas sociales preventivas que garanticen la sostenibilidad de los servicios sociales. Son indispensables para apoyar la toma de decisiones y planificar presupuestos, así como para definir políticas sociales que anticipen las necesidades y permitan reducir el impacto de los riesgos.
Estas tecnologías también permiten diseñar herramientas de guiado que orienten al profesional de los servicios sociales sobre los recursos más idóneos para cada persona, desarrollar soluciones al servicio de la protección de los colectivos más vulnerables (menores, víctimas de violencia, personas en situación de exclusión social, personas dependientes y con discapacidad) y adecuar las campañas preventivas y de sensibilización.
La reducción de las listas de espera supone un reto cada vez más relevante. Gracias al empleo de técnicas de robotización inteligente (RPA), es posible simplificar la solicitud de prestaciones y reducir drásticamente el tiempo de tramitación de expedientes, evitando los procesos repetitivos y manuales como la generación de certificados, la comprobación de requisitos para las prestaciones o el envío de notificaciones sobre cambios de normativa, entre otras cosas.
Otra importante aportación de la inteligencia artificial es el desarrollo de soluciones de teleasistencia social que favorezcan la prevención de situaciones de dependencia, retrasando el ingreso en centros residenciales y hospitales y permitiéndoles permanecer en su hogar de forma segura y asistida. Se trata de apps y asistentes virtuales que permiten la vinculación de los usuarios con toda la red asistencial de profesionales, incluyen sensores no intrusivos (sueño, frecuencia cardíaca o botón de emergencia) que alertan sobre anomalías, y ofrecen servicios de entretenimiento, vida sana o estimulación cognitiva, entre otros.
Estas herramientas se consolidan, además, como nuevos canales de comunicación digitales que informan a la ciudadanía sobre procedimientos administrativos, además de acompañarla en la tramitación de ayudas y prestaciones. La formación a personas cuidadoras y profesionales y la gestión de citas, son otras de sus múltiples aplicaciones.
Defendemos una evolución del concepto de residencia hacia centros cognitivos que utilicen sensores e inteligencia artificial para analizar patrones de conducta y detectar anomalías, mejorar la gestión de los espacios y del flujo de personas y potenciar la eficiencia energética y el cuidado del medio ambiente.
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