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Implicaciones geopolíticas de la inteligencia artificial
Artículo 09 de Enero de 2024

Implicaciones geopolíticas de la inteligencia artificial

Jose Luis Albo

Director de Sector Publico en la zona Norte de Minsait

Vivimos en una carrera por parte de las principales economías del mundo por dominar determinadas tecnologías emergentes, en el convencimiento de que tendrán un impacto en el mantenimiento del Orden Mundial actual o en el establecimiento de uno nuevo.

Jose Luis Albo

Director de Sector Publico en la zona Norte de Minsait
Geoanálisis
Madrid

La Inglaterra de la revolución industrial, la Alemania de entreguerras, o los Estados Unidos post primera guerra mundial son ejemplos de cómo el desarrollo tecnológico-industrial pueden alterar ese orden y, en este caso la IA, pero no solo la IA sino un conjunto de tecnologías disruptivas e incluso las materias primas que las habilitan, se han convertido en el epicentro de esa carrera.

Hablamos de la IA, por supuesto, pero también del 5G, de las tecnologías Cloud, de la computación cuántica o de los propios chips de nueva generación. Y de las materias primas y de las técnicas necesarias para su construcción, como el silicio, el litio o las tierras raras.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China, la primera superpotencia mundial y la que aspira a serlo en un futuro no muy lejano, han tenido que ver con este interés por el control de estas tecnologías, porque todas ellas tienen un impacto en el desarrollo industrial y económico de los Estados, pero también en su estrategia de defensa, en su seguridad física y en la ciberseguridad.

Europa, el Reino Unido, Japón, Corea del Sur o Rusia son otros de los actores que tienen papel importante en la partida y, aunque difícilmente ganadores, tienen un interés enorme porque el resultado les puede hacer ganar, pero también perder, un peso importante para muchos años en el mapa geopolítico mundial.

Estados Unidos y China tienen a las mayores compañías tecnológicas. China también tiene directa o indirectamente el control de la producción de un porcentaje altísimo de las materias primas necesarias. Estas compañías, los Microsoft, Google, Meta, Apple, NVIDIA o Qualcomen Estados Unidos y los Baidu, Alibaba o Tencent en China, son los que están canalizando en los últimos tiempos decenas de miles de millones de dólares en el desarrollo de estas tecnologías y en concreto en el ámbito de la IA.

Chat-GPT ha sido la ya que nos ha abierto a todos los ojos sobre las capacidades que puede tener esta tecnología para lo bueno y para lo malo, pero ha puesto al descubierto también que todas estas compañías estaban ya trabajando con mayor o menor avance en soluciones similares.Copilot de Microsoft, Gemini de Google, Meta AI de Meta y otras que no tienen nombre todavía se están presentando o están ya anunciadas para su presentación a corto plazo.

Europa no tiene ninguno de estos gigantes, y aunque tiene grandes compañías tecnológicas e industriales, algunas de las mayores del mundo en su campo como los Nokia, Siemens, Ericsson o SAP, estas no pueden competir ni de lejos con la capacidad inversora que tienen las Big Tech.Solo Microsoft está anunciando inversiones de más de 100.000 millones de dólares en Chat-GPT a través de Open AI.

Frente a esto Europa está en un riesgo claro de perder el tren de la IA si no es capaz de crear es escenario adecuado para que surjan grandes compañías tecnológicas con capacidad de inversión en este ámbito. Europa anunció en 2021 una inversión de 1.000 millones de euros anuales en IA, que esperaba que llegara a los 20.000 millones con las aportaciones de capital privado. Yesta aportación se complementa con partidas específicas dentro de los fondos MRR, como por ejemplo el componente 16 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España que aporta 540 millones de euros al desarrollo de la estrategia nacional de IA.

El ministro francés de Economía estimaba recientemente que las inversiones en IA en 2022 en los EE.UU. fueron de 50.000 millones de euros, de 10.000 en China y de 5.000 en la UE

Y aunque algunos estudios elevan la inversión público-privada en IA en Europa en 2023 a más de 30.000 millones de euros, sean cuales sean las cifras, porque está claro que la variabilidad es enorme, están muy lejos de ser cifras que nos permitan competir ahora en igualdad con Estados Unidos o China. Y en este escenario parece claro que a corto plazo el desarrollo de las grandes plataformas de IA, al menos en lo que a la IA generativa se refiere, van a venir de Estados Unidos y de China.

Pero aunque Europa tiene claras debilidades en este ámbito también tiene fortalezas que es necesario saber aprovechar.

Muchos estudios inciden en que los datos vitales para el entrenamiento de los modelos de IA han venido hasta ahora de internet. Y ahí los Meta, Google, etcétera, que tienen los datos que aportamos gratuitamente miles de millones de usuarios de todo el planeta, o las empresas chinascon su monopolio propiciado por su gobierno, han tenido una clara ventaja competitiva. Pero esos mismos estudios también predicen en el corto plazo la importancia de los datos que generan las empresas, en la IA generativa pero también en la IA predictiva, que permitirá la automatización y mejora de la toma de decisiones.

Europa tiene un tejido industrial muy importante. Muchas de las más grandes empresas mundiales en sectores estratégicos como la automoción, las telecomunicaciones, la biotecnología, la industria farmacéutica, el transporte o el turismo, entre otras, están aquí. También en el ámbito de la Defensa. Y son industrias que poseen una ingente cantidad de datos,y que generarán muchos más en el futuro a partir del modelo de Industria 4.0, el internet de las cosas o el 5G.

Además, Europa cuenta también con un sector TIC importante, que tiene empresas y multinacionales como Indra con una gran capacidad tecnológica y de innovación, y que tiene que jugar un papel importante en el desarrollo de soluciones ad hoc para estas industrias, que les permitan no solo mantener su liderazgo mundial en los sectores donde ya compiten sino también entrar en nuevos modelos de negocio aun desconocidos a través de la IA.

Estas soluciones ad hoc pueden darse a través de la implantación de las grandes soluciones comerciales que existan en cada momento, como también del desarrollo específicos a cada caso. Suponen la recopilación de la data específica de la empresa y su incorporación al producto (con las implicaciones de integridad y seguridad que esto supone), el entrenamiento y aseguramiento del funcionamiento de los algoritmos y, finalmente, la conexión de la IA con las aplicaciones de negocio.

Es este camino, el desarrollo de nuevas empresas tecnológicas en torno a la IA, la incorporación de la IA a las industrias europeas, y el desarrollo de un sector TIC potente capaz de darles servicio, el que marcará el papel de Europa en el escenario geopolítico mundial de la IA, y con él en el futuro orden mundial que vendrá condicionado por el nivel de desarrollo tecnológico de cada país.  Y da forma a un concepto que se ha puesto de moda en los últimos tiempos que es el de soberanía digital. 

Y aquí cobran un importante papel las administraciones públicas europeas con dos vertientes fundamentales: la inversión y la estimulación de la innovación y la reglamentación.

La tecnología, y la IA mucho más, obliga a la UE a buscar un posicionamiento adecuado de largo plazo. Y es algo tremendamente difícil porque hablamos de un entorno que es todo menosprevisible y lo que se haga ahora marcará el futuro en un entorno internacional enormemente complejo como el ya descrito.

Es crítico que la UE aumente los presupuestos destinados al desarrollo de nuevas tecnologías, y en concreto a la Inteligencia Artificial, a través de todas las herramientas que tiene a su alcance. No hablamos solo de subvenciones, hablamos de la apuesta por toda una serie de herramientas de colaboración público-privada y de fomento de la innovación. Hablamos de facilitar e incentivar al sector industrial la incorporación de la IA en su día a día. Hablamos de apoyo a la creación de espacios público-privados de datos que ayuden a las empresas a testar y desarrollar sus algoritmos. Y hablamos de ayudar a las empresas a competir fuera de Europa para ganar tamaño.

No creo que sea un problema de falta de fondos públicos. Los fondos y las capacidades para moverlos están ahí, pero cada Estado tiene su propia estrategia, e inversiones tan importantes como las que requiere la IA requieren una visión integral. Algunos estados ya hablan de la conveniencia de la creación de un mercado europeo de capitales para dar respuesta a esta necesidad. 

Las empresas vamos a necesitar de trabajadores especializados capaces de trabajar e innovar en IA. Hablamos por tanto de necesidad de inversión para formar a los trabajadores actuales que ser verán impactados por la IA y a los nuevos trabajadores que se incorporarán en el futuro al mercado de trabajo. La IA ha hecho que los puestos de trabajo que son susceptibles de verse impactados por las nuevas tecnologías hayan pasado 50% al 60-70%, y que ocupaciones antes fuera del pool como abogados, consultores, ingenieros o creativos de marketing ya no lo estén gracias a la IA generativa. La entrada de la IA obligará, al igual que hizo la mecanización en el siglo XIX, a recolocar a importantes masas humanas y dotarlas de habilidades específicas lo que a su vez lleva al rediseño de los planes de educación y la apuesta por la promoción de las vocaciones STEM desde los primeros años de enseñanza.

Y por último está la regulación. Todos tenemos claro que es necesaria. Y al margen de las noticias apocalípticas que vemos un día sí y otro también en la prensa, está claro que el potencial disruptivo de la IA y los riesgos que su mal uso conlleva para la privacidad, para la discriminación por el sesgo de los algoritmos, para la manipulación de las opiniones o para la propia seguridad de los estados la hacen necesaria. Y el aspecto de seguridad cobra un protagonismo importante, porque al margen de las declaraciones de intenciones, en este mundo conviven democracias con regímenes autocráticos cuyas políticas de cara a la IA y a su uso civil y militar pueden no ser coincidentes con las de Europa.  

Europa ha manifestado en múltiples ocasiones su apuesta por una IA fiable, que sea a la vez ética, lícita y robusta, para asegurar principios como el respeto por las personas, la equidad, la transparencia o la privacidad. Y en consecuencia la verdad.

Y con este objetivo la UE viene trabajando desde 2018 en el desarrollo de normativa que regule el uso y desarrollo de la IA. En diciembre pasado, el Parlamento Europeo y la Presidencia del Consejo han dado luz verde a un reglamento provisional en materia de IA que ahora tendrán que desarrollarse técnicamente y ser sometido posteriormente al refrendo de los Estados miembros, proceso que finalizará con la puesta en marcha de la Ley Europea de Inteligencia Artificial, que se pretende sea integral, no antes de 2026. 

Hace algunas semanas asistimos a la AI Safety Summit en Reino Unido, donde 28 paísesfirmaron una declaración que entre otras cosas advierte de los riesgos e incertidumbres del avance acelerado de la IA, y pusieron de manifiesto la necesidad de una regulación a nivel mundial. Pero de cómo sea esta regulación dependerá en parte quién salga victorioso de esta pugna por el liderazgo de la IA en el futuro.

Todos los países han acelerado su estrategia para el diseño de esa regulación, de forma que pueda condicionar en el futuro las normas a nivel mundial. EEUU acaba de hacerlo a través de una primera orden ejecutiva que da idea de la urgencia. Reino Unido, China, Japón y diversos estados europeos están también en la carrera. España, a través de la ENIA (Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial), y a la espera de la futura ley europea, ha diseñado un marco para el desarrollo de la IA en España, que entre otras cosas ha supuesto la creación de la Agencia Nacional de Supervisión de la Inteligencia Artificial.

Dada la complejidad de las negociaciones a nivel europeo para el desarrollo de la norma y para su aplicación posterior en los países que componen la UE, Europa corre el riesgo de que aun habiendo sido pionera en el desarrollo de una nueva ley de IA otros países nos adelanten a derecha e izquierda por su mayor agilidad. 

Además, los primeros datos en torno a la regulación han levantado temores en la industria europea. Más de 150 de las principales empresas europeas han firmado una carta en la que expresan sus discrepancias con el primer borrador, ya que en su opinión pone en peligro la soberanía tecnológica europea, al no permitir competir en igualdad de condiciones respecto a empresas internacionales. Expresan dudas sobre todo respecto a los modelos de IA generativa, ya que las restricciones que imponen harían a las empresas incurrir en riesgos de responsabilidad y costes de cumplimiento desproporcionados, que llevarían a las más innovadoras a irse de Europa y a generar una brecha de productividad enorme con los EEUU. 

Al final será necesario buscar un punto de equilibrio en una reglamentación que debe proteger al ciudadano del mal uso por parte de empresas y gobiernos de la IA, pero que a la vez debe garantizar la competitividad de las empresas europeas con respecto a su competencia externa, garantizando así la construcción de la soberanía estratégica europea y contribuyendo a su liderazgo en el mapa geopolítico tecnológico y de la IA. 

En el pasado reciente la reglamentación europea ya se ha mostrado especialmente relevante a la hora de proteger los derechos de los consumidores europeos y, por extensión, de todo el mundo.Lo ha hecho con Meta, Facebook y Whatsapp, limitando el movimiento de datos sensibles de los usuarios fuera de la Unión Europea. Lo ha hecho con Google y Microsoft castigando estrategias contrarias a la competencia que perjudicaban al usuario, o con Apple obligándoles a adoptar un estándar de conectores en sus dispositivos frente a un conector propietario. Y lo ha conseguido debido a la importancia que para estas grandes empresas tiene en mercado interior europeo. 

Así que es de prever que las normativas que desarrollen la UE en torno a la IA tengan una repercusión igual o superior en su desarrollo no solo a nivel europeo sino también mundial. De ahí la importancia de hacerlo bien pero también de hacerlo rápido.

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