
¿Dónde están las mujeres?
El techo de cristal de la democracia
“Dijeron que una mujer no podía postularse a las elecciones (…) yo les demostré lo contrario”.
Estas son las palabras con las que Coumba Diaw, única alcaldesa de la región senegalesa de Louga, abre el informe anual 2017-2018 de ONU mujeres[1].
2018 ha sido un año record para las mujeres y su papel en la democracia: el mayor número de mujeres electas en el Senado de Estados Unidos, el nombramiento de la primera mujer presidenta de Etiopía y la formación de un gabinete de Gobierno mayoritariamente femenino en España. El techo de cristal de la democracia empezaba a romperse.
Los sistemas democráticos se asientan en la posibilidad de que todos los grupos que conforman una comunidad sean escuchados y representados en las instituciones del gobierno. Sin embargo, esto no siempre sucede. Desde el inicio de la democracia en las polis griegas, las mujeres han estado excluidas de la esfera pública y han sido privadas del derecho a participar en los sistemas democráticos. Es por eso que se han visto involucradas en una lucha por el reconocimiento de su ciudadanía y de su derecho a la participación política.
A pesar de que la lucha de las mujeres por su representación democrática ha ido consiguiendo cada vez más objetivos, y estas se encuentran cada vez más representadas, hoy en día sólo el 23,3% de los miembros de parlamentos nacionales en todo el mundo son mujeres[2]. Estas cifras reflejan un gran problema pues una estructura política no es totalmente democrática si no cuenta con la suficiente representación femenina[3] (Moghadam, 2004; Eschle, 2000).
A pesar de que la democracia no ha de reducirse a los procesos electorales, estos son clave para asegurar su mantenimiento y desarrollo, así como para medirla y ponerla a prueba. Los obstáculos o facilidades de las mujeres para inscribirse para votar, presentar su candidatura y participar de todos los diferentes niveles de la toma de decisiones de una comunidad determinan su nivel de inclusión democrática.
Por tanto, los sistemas electorales son un ingrediente clave para asegurar la capacidad inclusiva de las estructuras democráticas. Un estudio de la Unión Interparlamentaria (UIP) sobre la posición de las mujeres en los parlamentos en 2017 muestra que la tipología del sistema electoral es determinante a la hora de fomentar la inclusión de mujeres y otras minorías. De hecho, en los llamados sistemas de mayoría solo el 26,7% de las mujeres son elegidas como representantes. En estos casos, el informe de la UIP destaca el aumento de la representación de las mujeres en países donde se han introducido sistemas de cuotas: las mujeres obtuvieron alrededor de un 30% de escaños en los países con sistemas mayoritarios que introdujeron cuotas, en comparación con sólo el 15,4% de escaños en aquellos sin ningún sistema de cuotas de género[4].
No obstante, muchos expertos de diferentes escuelas de pensamiento dentro de los estudios de género (escuela interseccional, standpoint, transnacional, postestructural…) consideran que una parte clave para asegurar la inclusión de las mujeres en los procesos democráticos se basa en reinventar la cultura política y democrática.
Muchos de los obstáculos que las mujeres encuentran en su camino a la participación ciudadana vienen determinados por resultado de normas y prejuicios sociales y culturales sobre las que, en muchos casos, se ha construido la democracia. Esto provoca desde barreras culturales e institucionales que impiden que muchas mujeres tengan acceso a la educación y, por tanto, dificultan su participación en procesos electorales, hasta violencia electoral contra las mujeres (VCME).
La ONU destaca la inseguridad como uno de los principales factores que afectan al rol que juegan las mujeres en la democracia y que limitan su derecho a la ciudadanía, y lo relaciona directamente con este sistema de creencias culturales que discrimina a la mujer. La VCME es “una forma de violencia contra las mujeres con la intención de afectar el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres en un contexto electoral”[5]. Esta violencia puede ser tanto física, como psicológica o sexual, y se acentúa como consecuencia de la superposición de los efectos de raza, edad, clase, discapacidad, educación, etnia, orientación sexual y género. Afecta a multitud de diferentes aspectos y actores de los procesos electorales y supone un freno para el desarrollo de sistemas democráticos. Por este motivo, la ONU pone especial énfasis en aplicar una perspectiva de género a los procesos electorales que permita prevenir la violencia electoral contra las mujeres.
A pesar de que este fenómeno se acentúa en países con una mayor inestabilidad política, la VCME es un problema global que requiere de esfuerzos colectivos para lograr que las mujeres tengan acceso pleno a la democracia y a los procesos de participación ciudadana. De hecho, un estudio de la Unión Interparlamentaria muestra que 82,5% de las parlamentarias europeas han sufrido algún tipo de VCME de carácter psicológico, y un 40,5% de carácter sexual[6].
Es por eso que los organismos internacionales enfatizan la importancia de las campañas de concienciación y sensibilización, así como las campañas de movilización ciudadana y empoderamiento. Tomando a los actores sociales como agentes de cambio y culturización es posible cambiar las creencias sociales que definen y dan forma a una cultura política sobre la que se construye la democracia[7].
El valor del rol de mujeres como Coumba Diaw trasciende por tanto su contribución a la política local senegalesa. Además de su labor como representante, Coumba se ha convertido en un agente de cambio social en su comunidad, que desafía las normas sociales que frenan el avance de la mujer en la democracia. Ha conseguido concienciar de la importancia de la participación femenina en la esfera pública, y ha demostrado que las mujeres también poseen grandes capacidades de liderazgo.
[2] "Las mujeres en el Parlamento en 2017: perspectiva anual”, Unión Interparlamentaria, Publicado en 2018
[3] "The Gender of Democracy: The Link between Women’s Rights and Democracy in the Middle East.”, Moghadam, V. (2004), Carnegie Endowment for 20 International Peace, Arab Reform Bulletin, 2:7
[4]"Las mujeres en el Parlamento en 2017: perspectiva anual”, Unión Interparlamentaria, Publicado en 2018
[5]“Prevenir la violencia contra las mujeres durante las elecciones: Una guía de programación”, ONU Mujeres, Publicado en 2017
[6] "Sexism, harassment and violence against women in Europe”, Unión Interparlamentaria, Publicado en 2018
[7] Sapiro (1998) in Ichilov, Orit (Ed.). (1998). “Citizenship and Citizenship Education in a Changing World”. London: Woburn Press.
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